Instrucciones para vivir
El capítulo de esa noche mostraba a una pareja de mujeres, una de ellas sorda, que llegaba al hospital público New Amsterdam de Nueva York porque luego del implante coclear, esta mujer había presentado mareos, fuertes dolores de cabeza y malestar general. El médico le indicó que lo primero que harían era chequear que el implante coclear estuviera funcionando correctamente. Mientras una médica realizaba la prueba auditiva, este mismo doctor observaba el procedimiento desde otr
Las solteras
"Supongo que porque ella, Asumpta, era una mujer demasiado hermosa: demasiado mujer, para decirlo de alguna manera. Será un prejuicio, pero uno no se resigna a aceptar que cierto tipo de mujeres pueda prescindir de un hombre (...) Y no estoy nada seguro de que sea un prejuicio. Hay algo un poco monstruoso en una mujer sola, si es hermosa: algo que no es del todo moral."- El doctor Cardona en el cuento La que espera (El candelabro de plata y otros cuentos, Abelardo Castillo) "
Seguir confiando II
En mi último post hablé sobre la confianza y la importancia de seguir confiando y al día siguiente, recibí el llamado de un chico cordobés, en supuesta representación del banco con que opero y en respuesta a un reclamo que hice. El llamado resultó ser un intento de phishing para poder entrar en mi cuenta bancaria. Al principio, cuando me di cuenta lo que estaba pasando y mientras seguía con el hombre al teléfono, logré salir de la conversación airosa, sin decirle nada, porque
(Bancarse) el "No" como respuesta
Me encanta la versatilidad de usos que tienen algunas frases. Esta, por ejemplo, me persigue hace unos días: "Si te gusta el durazno, bancate la pelusa" Es la versión remix (porque a mi gusto suena un poco burda) de "Al que quiere celeste, que le cueste" o "Si te gustan las rosas, aprendé a querer las espinas". Alguien que no conozco me manda un mensaje por Instagram (transcribo textualmente) - Hola Fiorella, buenos días - me dice (espera que le conteste) - Hola - digo Cuando
Gente maleducada
Tal como pasó con tantos espacios públicos renovados en la Ciudad de Buenos Aires, hace aproximadamente un año le llegó el turno a la plaza de mi barrio. Originalmente un cuadrado feo, con la única excepción de sus árboles grandes y altos, incluía una calesita para niños y también un canil para los perros. Pero claro, todo eso estaba horrible, no exagero. El pasto alrededor de los árboles parecía una cabeza casi pelada, de esas que aún no se les puede decir pelada porque aun