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  • Foto del escritorFiorella Levin

La ironía al decir "me equivoqué"

Un tiempo atrás tuve una discusión acalorada con un cliente, voy a llamarlo "Juan". Para no complicar el relato, solo diré que hubo responsabilidad compartida como consecuencia de haber manejado la situación demasiado rápido y de conversar vía whatsapp en lugar de hacerlo por mail o por teléfono. De mi parte, no comprendí una modificación que él me solicitaba y de parte de Juan, tocaba revisar dicha modificación y luego dar la aprobación final. Cosas que pasan porque los problemas suceden constantemente pero, como escuchamos con frecuencia, la cuestión es cómo los resolvemos, es decir, qué actitud tenemos.


Pasó el tiempo y un buen día me escribe Juan -nuevamente por whatsapp- con el grito en el cielo porque recibió un producto defectuoso. Releí toda la conversación que habíamos mantenido oportunamente, agarré mi teléfono y lo llamé. Desde el primer día que trabajamos juntos, tuvimos una excelente y cordial relación y por lo mismo, la charla telefónica se desarrolló en un tono muy ameno. El problema es que, luego de repasar los hechos juntos (y tenerlos por escrito en nuestro chat) y a pesar de haber asumido mi parte de responsabilidad, no hubo forma de que Juan comprendiera que era igual de responsable que yo (como dije, él se encargó de dar la aprobación).


Me quedé con un sabor amargo, porque tras asumir mi parte de responsabilidad y una compensación en el producto por el error, este cliente no solo no dio su brazo a torcer sino que insistía en que nos hiciéramos cargo de todo el problema.


Recordé las peleas de chica con mi hermana, cuando los gritos histéricos superaban la tolerancia auditiva de mis padres y se acercaban a nuestra habitación para intervenir, los dedos acusadores iban en ambas direcciones "fue culpa de ella" decía una, "no, de ella", replicaba la otra. Y volví a sentir lo mismo, esa sensación de injusticia cuando el otro no asume su parte de responsabilidad. Para algunas personas decir "lo siento, me equivoqué" sigue siendo un acto de debilidad, no sé si es que decimos que equivocarnos es normal pero reconocerlo es, para algunas personas, difícil, o que queremos demostrar que somos fuertes y que no cometemos errores. Contrariamente a cualquiera de estas hipótesis, reconocer el error para mí es una muestra de grandeza de parte de quien lo hace, irónicamente mi respeto hacia esa persona aumenta y siento más (y no menos) confianza porque sé que la próxima vez que alguno de los dos se equivoque, vamos a poder resolverlo sin tensiones y sin la amenaza latente de que debo algo.



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