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  • Foto del escritorFiorella Levin

¿Por qué hacemos lo que hacemos?

Ayer conversaba con una amiga que necesitaba algunas referencias para armar un curso sobre mentorías. En un audio le contaba mi opinión sobre dos libros en particular que se centraban en el modo de hacer, bien al estilo yanki, que desde mi visión es muy esquematizado y siempre incluye un plan, una idea de hacia dónde vamos, una meta y de algún modo, también cierta falta de flexibilidad. Porque mi visión es más al estilo "lo atamos con alambre", no porque sea más improvisada sino porque desde mi experiencia, tanto haciendo como emprendiendo, al menos en nuestro país, el entorno hace que las variables cambien demasiado rápido, se me viene en seguida la imagen de un simple piquete que te cambió la forma de lo que ibas a hacer ese día. Y por lo tanto, ser flexibles es indispensable, con lo cual esa visión tan bonita del plan armado, tiene un sesgo práctico importante.

En "Do the work", Steven Pressfield aborda exhaustivamente los motivos por los cuales nos resistimos a hacer lo que deseamos y plantea lo que él llama el "Test de la resistencia", que son dos preguntas sencillas que tienen "una sola respuesta correcta cada una". La primer pregunta dice "¿Qué tanto lo deseas?" en alusión a cuán fuerte es nuestro deseo por hacer aquello. Y la segunda pregunta que dispara es "¿Por qué lo querés?". Las respuestas, como se puede intuir, tienen que ver con un deseo ferviente por lo que hacemos y con hacer eso que deseamos por diversión, belleza o porque no tenemos alternativa (en el sentido de que no podemos evitarlo).


El hecho de pensar que tengo que querer algo con "locura" o con "pasión", personalmente, siempre me puso una presión monstruosa. Quizás en la línea de las pasiones, las mías ocupan un lugar intermedio o algo que sencillamente disfruto y si no siento esa especie de locura, no significa que tengo que descartarlas como camino de experimentación.


¿Y si eso me sirve como puente hacia otra cosa?

¿Y si empieza como algo que me gusta y luego continúa como algo que me entusiasma?

¿Y si hoy no me interesa y dentro de unos años sí?

¿Y si eso me sirve como base fundacional para otra cosa que sí sea una pasión?


Creo que me cansé bastante de escuchar y leer recetas, tips, consejos de cómo hacer las cosas porque pienso que cada camino es singular y por lo tanto hay miles de ellos.


El ilustrador español Guridi cuenta que desde muy chico tuvo una incapacidad grande para centrarse en una idea. "Cada cosa que se me ocurría iba inexorablemente unida a otras dos o tres, y esas, a su vez, se ramificaban formando una red llena de conexiones, algunas de ellas sin mucho sentido (...). Reconocer que esa incapacidad puede ser útil me ha llevado tiempo y algún que otro disgusto. Y aquí es donde el arte desempeña su maravilloso papel porque mi dispersión me ha permitido manipular lo que veo y oigo para transformarlo en algo distinto. Dejándome ir, ´desconcentrándome de forma controlada´, he ido aprendiendo a encauzar esas derivas para utilizar la que más me interese en cada momento. Solo tengo que reflejar en el papel todo lo que mi incapacidad me va ofreciendo y, después, actuar como observador externo para elegir el camino mas interesante".


Guridi lo explica desde su visión del arte y yo creo que se ajusta a todo lo que hacemos en la vida. Tal vez solamente se trate de darnos licencia para explorar donde sea que estemos caminando, sin tanta pre condición, y sencillamente avanzar haciendo.


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