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Foto del escritorFiorella Levin

El color del ruido

No sabía nada de él hasta que Netflix me sugirió, en base a mis preferencias, un documental sobre su vida cuyo título "I´ll sleep when i´m dead" (dormiré cuando me muera) me cautivó e intrigó por partes iguales. Encuentro sumamente interesante investigar la vida de personas de quienes no sólo no sé nada, sino que además tienen intereses que yo no tendría. El personaje de este documental era Steve Aoki, reconocido como uno de los 10 DJ´s más influyentes del mundo de la música electrónica con la cual simpatizo tanto como con el reggaeton (aunque más adelante descubrí que tiene temas catchy como este). Nada personal, son gustos.


No quiero spoilear el documental porque creo que realmente vale la pena mirarlo así que sólo diré que en él se muestra un breve recorrido por la historia familiar de Aoki, hijo de padres japoneses pero nacido en Miami y criado en Newport Beach, California y quien luchó gran parte de su vida por pertenecer, en varios sentidos; por un lado a su comunidad siendo uno de los pocos niños asiáticos de la misma y de un modo más profundo en su propia familia, al buscar la aceptación de su padre que pareciera no llegar nunca y quien carga con una fama importante. Su propio hijo lo describe como una persona imparable, quien llegó a los Estados Unidos para competir como luchador Olímpico y que luego de desertar el equipo fundó una conocida cadena de restaurantes totalmente innovadora llamada Benihana (que hasta tuvo su paso por nuestro país), hoy presente en varios países del mundo. En el documental también vemos la vida de Steve de adulto, una persona con una ética de trabajo única que logró no sólo convertirse en uno de los DJ´s más respetados del mundo sino que, al igual que su padre, llevó su energía y potencial al máximo uniendo varios de sus intereses al convertirse en un reconocido músico, productor musical con sello propio, filántropo, además de DJ.


Luego de la hora y veinte que dura el documental quedé extasiada, tal como ocurre cada vez que miro una crónica que me moviliza, así que al terminar investigué un poco en internet y así me enteré que recientemente había lanzado un libro autobiográfico y no dudé en comprarlo. Esta vez, el libro detallaba vivencias y especialmente sentimientos de un modo más real y profundo, potenciado por el hecho que está escrito en primera persona, a diferencia del documental que incluye la mirada de una gran cantidad de personas de su entorno. Varias cosas llamaron mi atención, por ejemplo la necesidad de pertenecer a una comunidad, que a medida que va madurando como persona y creciendo laboralmente se transforma en otra necesidad; la de conectar con su público. Esto lo lleva a crear shows que constituyan experiencias únicas y de esa forma sus fans puedan llevarse lo que él llama el efecto "wow", haciendo cosas tan disruptivas como lanzar tortas desde el escenario. También vemos la confirmación de esa conexión (y de un modo sorprendente) en la gente que alza carteles implorando "cake me" (traducido algo así como ¿"torteame"?), habiendo creado hasta un verbo para ese acto.

Otra cosa destacable es la influencia que ejerció haber vivido, cerca de sus veinte años, en pequeñas comunidades con intereses afines lo que lo lleva a crear y a trabajar de manera colaborativa con otros músicos en la mayoría de los proyectos que encara. Incluso menciona que cuanto más opuesto a sus intereses es el proyecto, más motivado se siente a hacerlo. Así, tiene trabajos en conjunto con otros DJs, con raperos, bandas indie, otras de música country, y hasta con Maluma.


El éxtasis después de ver ese documental, la emoción al pasar cada página de aquél libro, me deja pensando mucho rato. Y a esta altura ya sé por qué me pasa y es que no puedo evitar verme reflejada en esas luchas por alcanzar objetivos, saber que esas personas también atravesaron infinitas frustraciones, pérdidas, enojos, decepciones y toda la gama de sentimientos de los que nadie, es evidente, está exento. Sus historias me inspiran profundamente y en seguida siento ganas de compartir lo que acabo de ver para que otros experimenten eso mismo que me pasó a mí, para que los empuje a perseverar en sus propias búsquedas.


También me acuerdo en este momento de esa frase genial que le escuché decir hace poco a Gretchen Rubin, cuando en una entrevista dijo: "Tardé 10 años en convertirme en un éxito de la noche a la mañana" porque aunque lo percibimos, hay tanto, tantísimo esfuerzo detrás de una persona que alcanzó objetivos tan grandes como los de Steve Aoki y no me refiero únicamente a las horas de trabajo y los logros materiales sino a lo que decía antes, a la conquista de esas emociones que tantas veces son el muro impenetrable que nos lleva a abortar una meta.


Veo en todos ellos la humanidad, las ganas de dejarle algo al mundo aunque sea chico y tal como expresan varios de ellos, dejarlo un poco mejor de lo que lo encontraron. Sus historias son también la luz de esperanza que me ayuda a mantener mis propias búsquedas activas y a seguir adelante aunque muchas veces no tenga en claro hacia dónde me llevan pero con la confianza de que aunque el destino quizás no sea el que tengo en mente, el que busca siempre encuentra.


Cierro con una cita del libro que me tocó en lo personal porque habla de los tiempos, esos con los que aun lucho haciéndome tantas preguntas. Hacia el final del libro, un Aoki ya asentado como DJ, cuenta sobre la vez que hizo una canción en conjunto con otro artista en la que creían que el resultado del remix iba a ser un hit y si bien hizo algo de ruido, no fue lo que ninguno de ellos supuso. En las propias palabras de Aoki "lo consideré un fracaso, lo puse en la columna de "perdidas" y me sentí decepcionado. Pero luego en 2012 se estrenó una película que utilizó nuestro remix y lo hizo de un modo que destacaba porque no era una de esas canciones que se ven en los créditos del final o en el fondo de alguna escena sino que aparecía en una parte del climax de la historia e hizo eco en todo el foco de la película y así cuando la película despegó, nuestra canción despegó con ella". Y agrega "ofrezco esta historia para mostrar que a veces los hits son escurridizos o quizás sí ocurren pero lleva un tiempo hasta que lleguen ahí. Y esto también fue un recordatorio de que cuando colaborás con todos estos artistas brillantes y convergen en armonía, tendemos a olvidarnos que también estamos colaborando con el universo, a veces el tiempo no es el que creemos. A veces necesitamos efervescer por un rato hasta que llega el tiempo de explotar".


Efervescer antes de explotar. Me encantó.



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