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  • Foto del escritorFiorella Levin

Un día como hoy, hace tres años



Hoy me quedé dormida. Es algo que sucede muy rara vez porque me encanta madrugar y además tengo dos alarmas. Escucho la primera y me levanto, de hecho muchas veces lo hago antes de que suene, solo que hoy debo haber estado muy dormida y desactivé las dos. Pero claro, anoche me fui a dormir 2.30am, pasada de cansancio, después de un día de trabajo bastante largo, a pesar de que era domingo. La cuestión es que me desperté con algo de mal humor, agarré el celular para ver si tenía mensajes de trabajo porque ya eran más de las nueve e intenté acelerar mi mañana. Intenté porque recordemos que llevo siete días con una fractura en el dedo pequeño de mi pie izquierdo, lo cual tracciona para que todo. sea. lento. como. en. este. preciso. momento.


Mi mañana se extiende hasta las tres de la tarde, horario en que corto para almorzar y logro terminar otra serie de tareas un tanto tediosas. Algo me molesta y no se qué es, no quiero entrometerme en mi propia preocupación porque si lo hago, soy consciente de que irá de mal en peor. El clima está pesado y logré tomar un turno con una traumatóloga que alguien había cancelado. Me da la buena noticia de que puedo andar en bicicleta. Pero aun así, estoy molesta. Y estoy dispersa. Y no se qué quiero pero que alguien me resuelva el problema que estoy siendo dentro mío.


Abro Instagram para colaborar con las distracciones, las noticias redundan sobre la entrega de los premios Grammy, algunos diarios se ocupan de mostrar los looks de las estrellas e invitan a la gente a que conteste una encuesta siguiendo sus gustos, apretando el botón de la manito hacia arriba o hacia abajo según si aprueban o no la vestimenta del famoso en cuestión. "Cuanta idiotez", pienso mientras cierro la aplicación. Me recuerdo que tengo que escribir. "Tengo que", dije. Sí, tengo que escribir porque es mi plan hacerlo a diario (y vengo cumpliendo con mis propios mandatos casi a rajatabla). Abro Instagram otra vez y me recuerda que hoy hace tres años fui a un recital de Foo Fighters, una banda de rock que admiro mucho. Miro el video que subí en ese momento y revivo el recital como si estuviera en el campo del mismísimo estadio de Vélez. Comparto el recuerdo en mis historias con la explicación de que además de ser una gran banda de música, los shows de los FF son geniales porque su frontman, Dave Grohl, se comunica con el público y les cuenta historias en cada ocasión que se sube a un escenario.


Un chico con no conozco responde a mi historia con un "sí, totalmente!" cargado de emoción que me llega y me alegra saber que alguien más los quiere tanto como yo. Intercambiamos algunas palabras y en seguida me lanza una pregunta inesperada "¿el recital más memorable?" guau!, qué increíble el poder de la mente porque en seguida mi memoria comenzó a buscar entre sus archivos para seleccionar algún recuerdo memorable de los tantos recitales a los que fui en mi vida. Coldplay, Cypress Hill, Alanis Morissette, John Mayer, Seal, Incubus, Yellowcard, Red hot chili peppers, Michael Jackson... y en esa búsqueda mental me posé una milésima de segundo sobre cada recuerdo que me traía mi mente, estuve ahí otra vez. Me entretuve pensando diez minutos o algo así hasta que me di cuenta que estaba hablando sola en voz alta, sonriendo al recordar mis recuerdos, cuando encontré uno memorable "sí, Pearl Jam en Ferro, gran recital". El recital memorable resultó anecdótico porque lo mejor de todo fue recordar esos grandes momentos y al menos por un rato, correr la molestia.


"Las circunstancias por las que una persona se encuentra con el sufrimiento son resultado de su propia falta de armonía mental. Las situaciones por la que el hombre se encuentra con la buenaventura son consecuencia de su propia armonía mental" - James Allen




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