Esta semana conseguí muchas estampillas. De chica amaba las estampillas y por eso entre las cartas que recibí y la enorme cantidad que me regaló mi mamá, armé una pequeña colección. Luego, en mi adolescencia, cometí el grave error de vender ese preciado álbum con estampillas, motivada por alguna compra de turno que seguramente quería hacer. Por suerte hoy se consiguen buenos lotes de estampillas, algunos a precio muy bajo y otros gratis, gentileza de algunas personas que me las ofrecieron cuando las pedí en mis redes sociales.
Lo cierto es que conseguí más de trescientas esta vez para un fin distinto: usarlas para experimentar en mis collages. Hoy terminé este, el collage más feo del universo, en el cual jugué con las estampillas pero me gustó mucho hacer el experimento. Y lo seguiré haciendo por ese solo motivo.
Comments