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  • Foto del escritorFiorella Levin

Sin técnica



Tengo un amigo que es artista. Me gusta decir que tengo un amigo que es artista, no sé por qué pero lo cierto es que se dedica a hacer arte, pinta, dibuja, hace instalaciones, interviene la vía pública. Hace un tiempo le comenté que hago collages y como todo buen artista que conozco, se puso contento.


Mi amigo artista y yo compartimos otra pasión, porque los dos somos muy bicheros. Él tenía un perro hermoso que fue su compañero durante mucho tiempo y hace pocos años partió al cielo perruno. Lloré su ausencia, por lo bichera, por su perri a quien conocí y quise, por saber lo que se siente que se vaya un compañero canino ya que también me tocó atravesar esa triste experiencia con Ringo. Creo que fue cerca de esa época que comenzamos a compartirnos mutuamente publicaciones de perros, hábito que más tarde se extendió a la categoría de animales en general; videos graciosos, fotos insólitas, notas del diario. Todo lo que tenga que ver con el mundo animal nos compete.


Recientemente mi amigo artista se salió del molde y me compartió una publicación de un collagista que convocaba al público general a participar de un taller para aprender técnica de collages. El afiche que acompañaba la convocatoria era, desde ya, un hermoso collage hecho por alguien muy profesional, según mi apreciación visual. Como buena curiosa, entré a su web para indagar más y quedé maravillada de las hermosuras que vi. Mientras leía la información sobre el taller me iba entusiasmando con la idea de asistir pero algo dentro mío me gritaba con vehemencia NO LO HAGAS.


Afortunadamente reparé en la sensación sin dejarla escapar y pronto entendí que a pesar de que valoro el conocimiento y a quienes lo imparten, además que disfruto mucho asistiendo a todo tipo de cursos formativos, no deseo formalizar este tipo de aprendizaje porque me di cuenta que la exploración que realizo al momento de empezar a diagramar un collage es uno de los pocos espacios donde no me corren estructuras mentales, soy libre, juego y aunque se que todo conocimiento siempre suma, al absorber una técnica también aparece un carácter tendencioso que señala -al menos- una forma, manera o dirección para hacerlo. Decidí que en este sentido prefiero fluir sin ningún tipo de conocimiento, incluso sabiendo que sin técnica el resultado también podría ser más pobre en términos de belleza.


Dice Stephen Nachmanovitch: "Llegamos a este camino sin esfuerzos no dominando al instrumento sino tocándolo como si fuera un compañero vivo. Si pienso en el violín como objeto que hay que controlar, si pienso en el piano, en la lapicera, en el pincel, en la computadora o en mi propio cuerpo como objetos que deben ser controlados por un sujeto, por un "yo", entonces, por definición, están fuera de mí."


En este sentido, contar con un conocimiento formal a mí me lleva a controlar. Y como es un espacio donde aquello es lo último que deseo, me dejaré fluir, sin expectativas por el resultado.



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