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  • Foto del escritorFiorella Levin

Rendirse

Insistí durante mucho tiempo. Intenté por el camino A, luego por el B, también el Z y también probé con dejar de hacer. Pero nada parecía cambiar. Un día, hablando con él, me preguntó si había probado con rendirme. Rápidamente, mi mente asoció la palabra rendirme con darme por vencida pero entendí que su pregunta apuntaba hacia otro lado. "Rendirme", repetí para mis adentros, sin saber qué contestar. Dubitativa, al fin hablé: "¿Cómo se hace eso?", le pregunté.


Afortunadamente su respuesta no vino desde la mente, ese dominio en el cual me siento tan cómoda, sino que me invitó a vivirla desde el cuerpo.


"Mirá", me dijo, "ponete así", me indicó mientras apoyaba todo el peso de su pecho sobre la mesa que tenía delante suyo. Yo lo imité, colocando mis brazos a ambos costados de mi cabeza. Y cerrando los ojos, me entregué a experimentar la rendición.

En ocasiones, por más que intentemos avanzar de incontables formas, sencillamente no sucede y si seguimos insistiendo solo lograremos drenarnos emocionalmente. Cuando ya probamos varios cursos de acción y no nos acercamos al objetivo, puede que lo mejor sea rendirnos ante la vida para que sea ella la que nos devuelva a nuestro cauce.



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