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  • Foto del escritorFiorella Levin

Punto y aparte

Me fijo cuándo fue la última entrada del blog. Dice 12 de Junio. Entonces era el último día que escribía para el Mundial de Escritura, una gran distracción para lo que estaba viviendo entonces y tardé todo este tiempo en poder volver a sentarme a escribir porque fueron todos días tristes, apilándose uno detrás del otro hasta ese espantoso 5 de Julio, día en que se fue mi compañero Simón. Si bien estoy trabajando en un proyecto relacionado con su muerte y con todo lo que aprendí hasta el último día junto a él, todavía me resulta difícil escribir con más profundidad y necesito seguir funcionando en mi día a día.


No se bien a quién le escribo esto, tal vez es mi necesidad de dejar plasmados los sucesos en orden cronológico en esta especie de diario digital. Supe que iba a volver a escribir acá pero no estaba preparada para hacerlo con el desborde de sentimientos que me acompañaron y que todavía me visitan de a ratos.


Simón, mi fiel compañero durante trece hermosos años. Tal como le dije a él, adoptarlo fue la mejor decisión que tomé en mi vida y juntos nos transformamos, él me moldeó por completo y yo también fui espectadora de sus cambios, posiblemente debidos a su paso por este plano y no tanto a mi compañía (la sabiduría es intrínseca a ambos solo que los animales no humanos la tienen a flor de piel mientras que nosotros tal vez no logremos desarrollarla en cien vidas). Mañana recién se cumple un mes desde que se fue y hay un vacío enorme, rincones que habitaba que ahora son espacios inertes. Sus ruidos, su olor, su presencia, su amor. Todo de él me falta, todo extraño pero la vida continúa y por eso volví, ahora sí quiero volver. Seguiré honrando su vida convocándolo desde mi memoria, materializando proyectos porque en todos me acompañó y fue testigo de cada uno de ellos. En este nuevo proyecto que trabajo no solo honraré su memoria sino que además desde la acción sigo limpiando mi dolor y dejando que mis sentimientos drenen y sigan su curso.


Mi duelo empezó desde el día que me enteré que estaba enfermo y aun continúa solo que más liviano, menos visceral. Es una mezcla de sensaciones, la paz y tranquilidad de saber que hice todo lo posible por su bienestar, priorizando sus necesidades y no las mías, y aquello se funde con el vacío de mi casa, la falta de rutinas juntos, los tiempos de él -de sus comidas, de sus paseos- que ahora son tiempos que me sobran, todavía me cuesta capitalizarlos como tiempo disponible porque son tiempos con un dueño aunque el dueño ya no esté. Y el cambio, esa palabra que me acompaña hace tanto, especialmente estos dos años tan difíciles que vivimos a nivel colectivo y que me hicieron sentir, de mayo acá, que viví una pandemia dentro de otra.


Así que avanzo apenas. Lento, ahí voy. El tornado se calma y después de la lluvia sale el sol.





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