Todavía me cuesta entregarme a no hacer nada, a pesar de mis ganas de avanzar. "Tengo que escribir", "tengo que generar algo hoy". Pero en algunos instantes de valentía me presto a hacer experimentos y me convierto en mi propia rata de laboratorio como en éstas últimas semanas -quizás la excusa de la cuarentena lo potenció- en que corrí por un rato la necesidad de activar en algunos de mis proyectos : un posteo, un video, buscar información, leer artículos, que son algunas de las cosas que implican mis proyectos. En esos momentos me entregué al "no hacer", lo que no significa echarme panza arriba (todavía no llegué ahí porque, en esencia, me aburre) sino hacer lo que tuviera ganas en el momento, sin ninguna presión. Para mí la parte emocional es la más difícil, es decir, bancarme la incomodidad de saber que no estoy haciendo algo en concreto y no tanto la consecuencia de no hacer.
En seguida conecté con este libro de Shakti Gawain que terminé de leer hace poco y que, de primera mano, me sorprendió por su carácter visionario ya que habla de transformación personal y planetaria, semejantes a las que estamos viviendo a nivel individual y colectivo en este momento, cuya primera edición es del año 1986. En el libro hace referencia a la energía presente en todo y en todos nosotros también y a la magia que se produce cuando encontramos la puerta trasera para conectar con ella. Y también destaca la importancia que reviste el hecho de dejarnos guiar por esa energía, escuchando nuestro instinto, cuando no fluimos con algo:

Lo que descubrí en mi experimento es lo mismo que menciona esta autora en su libro; cuando dejo de producir, lejos de entrar en un período de letargo en el cual me da pánico quedar atascada, donde por algún motivo insólito me convierto en una perezosa que no tendrá ganas de producir nunca más nada, lo que ocurre es un poco lo opuesto: repongo energía de acción (aunque no esté cansada) y vuelvo a la carga con más fuerza, generando más en cantidad y mejor en calidad de lo que hubiera hecho si continuaba produciendo sin esa pausa. Se me viene la imagen de una flecha que para ir más lejos necesita primero ir hacia atrás para tomar envión y salir disparada bien adelante.
Y menciona algo que me resultó por demás interesante, porque me vi totalmente reflejada, que es la tipificación de la personalidad del ser humano en dos grupos opuestos, que define como "los que hacen" y "los que son":

Y concluye: "para los que hacen, la intuición los hará disminuir su actividad (...), detenerse, descansar, tomar un día libre, dejar de hacer listas y que se dejen llevar por su energía". A los que se sienten mas cómodos "siendo", explica que"su yo interior los impulsará a ser más activos, más expresivos, más audaces (...) dejarse llevar por los impulsos y entregarse a probar cosas nuevas que normalmente no harían por impulso".
Qué curioso que para algunos el desafío es animarse a no hacer mientras que para otros rige lo opuesto; arriesgarse a probar cosas nuevas haciendo. Y una vez más, surge a simple vista el poder del complemento entre ambos si lo ponemos en práctica, lo que me recuerda que el todo siempre es mayor que la suma de sus partes.
Commentaires