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  • Foto del escritorFiorella Levin

Llamar la atención por las razones correctas

Alguien dijo esta frase y me quedó grabada. Estos días volvió al primer plano de mi consciencia mirando las redes sociales y las diferentes cosas que compartimos en ellas.


¿Para qué compartimos lo que compartimos?

¿Para qué mostramos lo que mostramos?


Yo sólo tengo mi respuesta personal al respecto así como cada cual tendrá la suya (si es que se detuvo a pensarlo). Hablé de eso a modo de ejemplo, en relación a ayudar al otro, en este posteo anterior. En la red que más utilizo, Instagram, decidí hace no tanto seguir, además de personas amigas o conocidas, a aquellas cuentas que me aporten algo, lo que también implicó dejar afuera a algún influencer conocido o personajes famosos y lo hice preguntándome uno a uno: "¿Qué me aporta esta persona?". Son las dos caras de la misma moneda: para qué comparto lo que comparto y para qué sigo a quien sigo, donde las redes sociales son sólo una simple analogía de la vida.


Repito bastante la importancia de las pequeñas cosas. Porque queremos un mundo donde, por ejemplo, no exista la discriminación o el bullying y, sin embargo, consumimos programas o revistas de chimentos donde considero que en muchos casos no abunda el respeto sino que reina la crítica a viva voz, donde estas personalidades se cuelan en la vida de la gente con decisiones tan personales y delicadas como si corresponde o no que alguien siga en pareja con "x" o si es correcto que esa persona busque tener otro hijo. Opiniones sobre chats privados, vestimenta adecuada o inadecuada para algún evento, entre otras críticas que no les encuentro construcción, las mire por donde las mire. Y no quiero que se malinterprete, no soy ajena a las críticas aunque intento corregirlo cuando me doy cuenta que lo hago porque no me gusta ser así, pero no pienso ser parte de eso y menos aun fomentarlo al consumirlo.


Quiero un mundo con gente que pondere virtudes en lugar de defectos, uno donde únicamente exista la crítica desde el respeto, desde la construcción y desde el interés genuino de potenciar y no de reducir al otro.


"Sin demanda no hay oferta", dice la ley básica del marketing, aplica a productos y servicios... y también a las actitudes que tenemos los seres humanos. Y en cada decisión que tomamos aplicamos nuestro poder ejerciendo nuestra libertad de elegir pero que, tal como nos enseñaron de chicos, viene acompañada de responsabilidad y pienso que nos toca asumir la cuota de responsabilidad en estas pequeñas cosas, tomar consciencia que es en estas pequeñas cuestiones cotidianas donde vamos reformulando colectivamente las grandes.


Cuando hablamos del poder que tiene cada uno de cambiar el mundo pienso en este tipo de acciones y si queremos un mundo más justo, más equitativo, más ecológico, con mejor educación, entre otras tantas cosas, tenemos que asumir la responsabilidad personal que tenemos todos en las contribuciones que hacemos y en las causas que fomentamos por el sólo hecho de mostrarlas y consumirlas respectivamente. El comienzo para mí es vernos, pensar dónde estamos parados hoy, observarnos en cada una de nuestras elecciones haciéndonos preguntas con respuestas sinceras.


Por esto me acordé de la frase, porque a mi modo de ver, si vamos a llamar la atención sólo sirve si es por las razones correctas.






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