Estos días pensé que sentarme a escribir implica dedicar un tiempo aparte para tal fin. Escribo mayormente en mi cabeza, a diario, cuando armo historias, conecto hechos, me inspiro con lo que veo, reflexiono. Pero no siempre llego a bajarlo (o pasarlo de los mil post it que circulan por mi casa, a la pc) porque cuando hice el tiempo, pasó el momentum y el sentimiento en relación al acontecimiento también cambió. Y ya no es lo mismo, entonces opto por dejar pasar lo que se me ocurrió y termino perdiendo muchas historias.
Así que me inspiré fundamentalmente en dos fuentes muy diversas: uno es el blog de Seth Godin, que tiene algunos insights interesantes y analogías sobre el marketing y la vida o el tiempo, pero del cual rescato mayormente su capacidad de crear mensajes concisos y sin digresiones. Cuenta, en pocos párrafos, todo lo que quiere transmitir y punto. El mensaje es fuerte y resuena.
La segunda fuente, este hermosísimo libro del Uruguayo Eduardo Galeano. Con otra temática y narrativa porque cuenta historias de vida (lindas, duras, tristes porque incluyen sus experiencias y visiones sobre las bondades y miserias humanas) pero logra algo similar a Godin: historias breves, sólidas con un mensaje poderoso.
Mezclando en mi batidora mental, decidí empezar esta sección con el fin de rescatar aquellas historias que se me escapan y en su lugar, atraparlas aunque sea en pocas líneas y dejarlas plasmadas en este espacio. Más vale pájaro en mano que cien volando, ¿no?
Termino así este post introductorio porque quiero dar el ejemplo ahora mismo con lo que propongo. Pero antes una mini historia de Galeano:
Eduardo Galeano, "El libro de los abrazos"
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