Tenía varios libros pendientes de lectura y por estos días terminé este de Kelly McGonigal, una psicóloga especializada en salud y profesora de la Universidad de Stanford, cuyo trabajo se centra en aplicar sus conocimientos de psicología y neurociencias a estrategias que contribuyan a la salud y al bienestar de la población. Este libro en particular trata sobre un tema que siempre llamó mi atención, que es la fuerza de voluntad y parte de la explicación sobre cómo opera la misma en nuestra mente; en esencia son dos fuerzas contrapuestas que ella llama el "impulsivo" y el más "sabio" que están en tensión cuando deseamos poner en práctica dicha fuerza.
También explica el mecanismo biológico que opera cuando intentamos restringir un comportamiento (dejar de fumar, hacer algo que constantemente aplazamos, dejar de comer chocolate o empezar un hábito, por ejemplo) y que, en síntesis, busca a través de él, protegernos de posibles amenazas que nuestro cuerpo detecta como tales. Luego detalla una serie de estrategias que ayudan a fortalecer la fuerza de voluntad y a practicar el auto control, como por ejemplo, esperar diez minutos antes de hacer algo que queremos dejar de hacer -volviendo a los ejemplos de arriba, esperar para prender ese cigarrillo o para comer ese tentador chocolate- o a practicar la conciencia del hábito, comer con la atención puesta totalmente en lo que nos llevamos a la boca, escuchar el cuerpo, evaluar las señales, prestar atención a lo que pensamos en ese momento.
Hace tiempo que leo y me intereso por este tipo de temáticas, siento mucha curiosidad por todo lo relativo a nuestras actitudes, biología, emociones y la correlación que hay entre cada una de ellas. En definitiva, lo que hace que seamos como somos y que actuemos como actuamos, o lo que hace que seamos humanos. Varias de las estrategias para fortalecer nuestra fuerza de voluntad que menciona McGonigal en este libro, ya las había leído anteriormente aunque hay una en particular que me resultó reveladora, que es aquella que habla de nuestro "yo futuro", como lo nombra su autora y el cual me dio una luz de esperanza frente a mi pobre conducta frente al chocolate, ya que al día de hoy mi mejor estrategia sigue siendo no tener en casa porque, de lo contrario, siempre desaparece misteriosamente (y no puedo culpar a mi perro Simón).
Expresa que en la puesta en práctica del auto control o fuerza de voluntad, hay un "yo del futuro", que es esa visión que hacemos de nosotros a futuro cuando estamos frente a la disyuntiva de comer el chocolate o no (siguiendo con mi ejemplo). El yo futuro es la persona que en vez de comer chocolate hoy, elige comer otro item más sano como opción. Y continúa diciendo que "es uno de los errores más predecibles que cometemos los humanos: pensamos en nuestro yo futuro como si fuéramos dos personas distintas. Usualmente lo idealizamos, esperando que haga lo que nuestro yo presente no puede gestionar". Y lo curioso es que, en lugar de formar una alianza entre nuestro yo presente y el yo del futuro, lo que ocurre es lo contrario, nos cuidamos en el presente de cualquier factor que nos pueda estresar y cargamos al yo futuro con el peso como si fuera un extraño. "cuando llegamos al futuro, nuestro yo futuro idealizado no se encuentra por ningún lado y nuestro mismo yo viejo es quien queda a cargo de las decisiones".
Y al parecer, este hecho que, personalmente me resulta cómico (posiblemente porque me siento muy identificada, pobre mi yo futuro), trae sus consecuencias negativas para nuestro auto control porque implica que depositamos falsas expectativas en ese yo futuro. "Pareciera que sentirnos desconectados de nuestro yo futuro nos da permiso para ignorar las consecuencias de nuestras acciones de hoy", dice McGonigal.
Luego, la autora plantea una serie de estrategias explicando que "en contraste, sentirnos conectados con nuestro yo futuro nos protege de nuestros peores impulsos hoy" y para ello aporta algunas alternativas para que percibamos que el futuro es real, como comenzar a relacionarnos con ese yo futuro a fin de hacernos conscientes de que no es alguien totalmente distinto a quien somos hoy. Presenta como estrategias visualizar al yo futuro deseado, viéndolo comprometido con el cambio y disfrutando de sus beneficios, imaginarlo cómo siente, cómo piensa, cómo es físicamente y por qué actitudes de su yo pasado se siente orgulloso o agradecido. También plantea otra opción un poco menos común, como enviarle un email a ese yo futuro por ejemplo desde esta plataforma, en una fecha que elijamos. En ese mensaje podemos contarle qué vamos a hacer hoy para ayudarnos en el futuro a lograr nuestros objetivos, también podemos imaginarnos a ese yo del futuro mirándonos a nosotros, el yo del presente, ¿por qué cosas nos agradecería de las que podamos comprometernos hoy? Incluso el solo hecho de pensar qué escribiríamos en esa carta genera esa conexión con el yo futuro.
Cuando terminé de leer el libro pensé en lo mal que venía comiendo la semana pasada, lo cual en mi tiene un doble efecto ya que mi alimentación es extremadamente sana y cada vez que ingiero algo que salga de mi buena alimentación habitual, me siento doblemente mal, físicamente me duele mucho la cabeza (lo que rara vez ocurre) y la panza y emocionalmente me pregunto para qué lo hice y cargo con el arrepentimiento de mi "mala conducta". Seguro que el aislamiento y la cuarentena aportan a la causa pero me sirvió para tomar conciencia de lo que la autora concluye hacia el final del libro y es que el mayor secreto para un buen auto control, tal como señala la ciencia es una cosa en particular: el poder de prestar atención. Aprender a integrar y a aceptar (en lugar de luchar) estas dos fuerzas que compiten internamente es lo que determina en última instancia que uno logre una buena capacidad de auto control.
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