El tipo de libros que leía hasta hace algunos años tenían el mismo formato, en esencia texto, texto, texto y más texto. Tal vez los párrafos se encontraban separados por algún espacio en blanco en medio de las hojas, con el finde permitirle al lector descansar la vista, además de separar las ideas. Pero con la gran cantidad de lecturas, también descubrí la creatividad que reside en el modo de ordenar lo que se dice, en la estructura que se le da al texto, lo que constituye un mensaje en sí mismo y representa nuevas formas para decir las cosas.
Por ejemplo, el autor Jesse Ball presenta el texto desordenado en las dos obras que llevo leídas de su autoría (Toque de queda y Cómo provocar un incendio y por qué). Ambas novelas son tanto informales como disruptivas y el ordenamiento del texto acompaña reforzando el mensaje visualmente.
"Los textos alineados solo a izquierda o derecha se denominan ‘a bandera’ (izquierda, si se alinea a la derecha, y viceversa); también se puede centrar ‘a bandera’ (se denomina composición epigráfica), centrando el párrafo sin que las líneas tengan la misma longitud. Esta disposición del texto se asocia a diseños más informales. La parte no alineada crea espacios blancos irregulares que proporcionan liviandad al diseño. Estos textos sin justificar son frecuentes en la tendencia actual de diseños minimalistas, limpios y flotantes".
Este mismo autor me asombró por su ingenio creando imágenes con texto, como en esta descripción:
Otras formas de decir mucho con poco, según la autora Lydia Davis:
Y el infaltable Kurt Vonnegut, que en este libro, Un hombre sin patria, expone en un cuadro de dos ejes lo que para él es la representación gráfica de la historia de Cenicienta:
Encontré que jugar con los formatos y las formas colabora en la experiencia de lectura y me nutre mi propia creatividad, por lo mismo me resulta muy agradable. Es otro modo, además, de asomarnos al menos un poquito dentro de la mente del autor, más allá de las ideas que expone en el texto.
Comments