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  • Foto del escritorFiorella Levin

Buscando diseñador editorial



Estoy muy contenta con mi diseñador editorial. Pedí un presupuesto de diseño a cuatro o cinco personas diferentes, todas especialistas en este tipo de diseño que, al menos desde mi experiencia, creo que no abunda. La mayoría, además, estaban tapados de trabajo. Qué suerte, pensé. Suelo pedir como mínimo dos o tres presupuestos diferentes para todos los trabajos que encaro, inclusive para esos arreglos en mi propia casa como los que hace un carpintero o un pintor y así también lo hice para la búsqueda de este diseñador.


Mis requisitos eran casi nulos en especial porque no tenía mucha información sobre el proceso de maquetación de un libro, ya que el primero que escribí lo publiqué a través de una editorial, la cual se encargó de todo lo relacionado a lo que le sigue al proceso de escritura del libro y yo solo colaboré con algunas ediciones menores y eligiendo una foto para la portada.


Al ver que la mayoría tenía mucho trabajo y podía comenzar recién "en unos días" o, en el caso más extremo, "el mes que viene", el requisito disponibilidad inmediata pasó a ser mi top #1. Es que una vez que mi parte del proceso está finalizada y lo que sigue a continuación es trabajar junto a otra persona, no me gusta demorar las cosas, sobre todo porque lo más probable es que ya haya empezado a trabajar en algo nuevo (lo cual es cierto en este caso también). Tiene que ver, además, con mantener el flow, el flujo de energía que surge cuando estamos totalmente inmersos en un proyecto. Como dijo el psicólogo que desarrolló la idea, Mihály Csíkszentmihályi, el flujo, también conocido como "la zona", es el estado mental operativo en el cual una persona está completamente inmersa en la actividad que ejecuta. Se caracteriza por un sentimiento de enfocar la energía, de total implicación con la tarea, y de éxito en la realización de la actividad. (...) Esta sensación se experimenta mientras la actividad está en curso. Mi flow creativo había terminado pero seguía vigente el flujo del proceso. Entonces, si lo detengo, el enfoque se corre y la energía decae.


Confieso que la semana que recibí los primeros tres presupuestos me sentí bastante frustrada porque parecía que no iba a poder comenzar la etapa de diseño a la brevedad. Recuerdo incluso una chica que, un día lunes, me ofreció que la llame para conversar y contarle lo que buscaba recién el jueves. Y hay una diferencia importante entre una urgencia, donde es preciso resolver ya mismo, y un trabajo que puede hacerse con tiempo, lo que no significa una semana o un mes tan solo para comenzar. Como detecté en esa situación, me faltaba el gris. Alguien que comprendiera mi necesidad de empezar la siguiente etapa del proceso creativo, y sin urgencia continuar con el proceso de maquetación y diseño de portada del libro.


Y como ocurre en tantas ocasiones, di con la persona que necesitaba, me contestó el mail en seguida, me ofreció conversar por teléfono ese mismo día en un horario que nos quedó bien a los dos, me respondió algunas dudas que tenía y quedó en enviarme un presupuesto, lo cual hizo al día siguiente, que además vino con un nivel de prolijidad y detalle que apenas lo vi, sentí que esa era la persona con la que quería trabajar. Me recordó a la misma sensación que tuve cuando me fui a vivir sola. Había visto 15 departamentos diferentes para alquilar. La búsqueda de un hogar no es algo rápido, y menos cuando se trata del primero que, al menos en mi caso y siendo tan chica, es algo que genera muchas dudas y una decisión importante a tomar. Pero cuando se abrió la puerta del cuarto piso de aquél departamento ubicado en la calle Céspedes y caminé unos pocos pasos sentí que ese era el lugar donde quería vivir y lo reservé. Fui muy feliz en ese departamento.


Aun estoy en medio del proceso de trabajo con el diseñador, me entendió rápido y yo comprendo su metodología y criterios. Pareciera que buscando, aunque no tengamos tan claro qué, la energía se alinea y colabora para que encontremos eso que necesitamos. Y es que este trabajo con el diseñador no es meramente un trabajo de técnica o conocimiento sino que al diseñar, lo que implica que deberá elegir y proponer un estilo, la tipografía, la ubicación de los títulos, los detalles que lleva cada hoja, el índice, las notas del final, además de la tapa y la contratapa, el diseñador estará aportando al conjunto de mi obra con su toque personal y distintivo, su impronta única, enriqueciendo el resultado final. Y por eso creo que más allá de los tiempos de duración de todo el proceso de diseño, me fío de mi intuición para seleccionar un colaborador para mis proyectos porque, a diferencia del tiempo que puede ser un poco más o un poco menos, lo que más me interesa es que quede plasmada esa impronta personal que hizo sinapsis con la mía.


La personalidad, las vivencias, el inconsciente y la relación con otros es la base de la expresión artística: actores, bailarines, escenógrafos, pintores, escritores, cantantes... todos encuentran algo en su interior que los motiva a construir sus obras. De por sí, todo individuo que ha desarrollado en algún momento de su vida una actividad artística, sea cual sea y al nivel que sea, ha podido experimentar cómo aquello sobre lo que estaba trabajando iba tomando por sí mismo un camino inesperado y poco previsto al comienzo de la creación. La mayoría de las veces el/la creador/a no es consciente de una única inspiración, sino que su trabajo es la suma de muchas inspiraciones. Raúl Guridi


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